La falta de conocimiento sobre los parámetros de los procesos y la tendencia a resolver las carencias en gestión de la producción mediante creación de almacenes entre secciones lleva a una total intoxicación de ineficiencias en la fabricación.
Para transformar unas materias primas en un producto terminado, es necesario realizar sobre éstas una serie de operaciones en cierto orden. Al definir un proceso de producción se determinan cómo se realizarán dichas operaciones y la cantidad y cualidad de todos los elementos que intervienen en el mismo.
El primer paso a la hora de construir un proceso es determinar la estructura del producto a fabricar. A lo largo de este punto trabajaremos con el diseño del proceso de fabricación de una sencilla bicicleta. Veamos en los siguientes gráficos cómo evoluciona el diseño de un proceso productivo, comenzando
desde el caos absoluto, por la falta de definición:
El primer paso será diseñar la estructura del artículo a fabricar, determinar de qué está compuesto el producto y en qué orden se ensamblarán las piezas.
A la hora de diseñar un proceso de fabricación, la estructura del producto representa los pasos mínimos para completar el producto, todo es valor añadido, por lo que cuanto más se parezca el proceso a la estructura, más eficiente será.
En el siguiente gráfico únicamente se muestra una parte del proceso para facilitar la comprensión:
El diseño del proceso es perfecto, solo existen operaciones de valor añadido. Pero los problemas comenzarán en cuanto se estudie el tiempo que consume cada una de las tareas. El producto debe esperar delante de los puestos más lentos, es decir, se debe almacenar:
Donde hay almacenes existen desplazamientos, tanto para dejar producto como para recogerlo, por lo que el proceso que se ha diseñado a partir de la estructura, que era prácticamente perfecto, se ha convertido en movimientos de almacén en almacén, entre todas las tareas, por lo que finalmente obtenemos el siguiente resultado:
A continuación se muestra cómo «evoluciona» la estructura del producto hasta convertirla en el proceso, siguiendo los mismos pasos. Como se puede comprobar, la primera imagen es muy similar a la estructura del producto:
En el siguiente paso. Tras comprobar que existen distintos ritmos de trabajo, siempre con la intención de «mejorar el proceso», se introducen los almacenes:
Y por último, donde hay almacenes existe todo tipo de despilfarro:
Como se puede observar, a partir de la estructura del producto, se genera el proceso, pero por distintas razones se introducen operaciones de no valor añadido, hasta conseguir que parezca que en la línea todo funciona correctamente, que no existe ningún recurso ocioso. pero despilfarrando por todas partes.